¿Qué es una 'Pedagogía del amor'?

No necesitamos enseñar a los niños el amor, ellos son la personificación del amor. Ellos son los que nos enseñan lo que realmente es el amor. Una 'Pedagogía del Amor' es enseñar conscientemente, ser reflexivo, atento y siempre desde un lugar de amor y respeto.

Es un auténtico sentido de amor entre el adulto y el niño construido a través de relaciones de confianza, conexiones centradas en el corazón y asociaciones respetuosas. Es nutrir de manera integral la mente, el cuerpo y el espíritu mientras permite que cada niño sea él mismo y lo acepta por lo que es.

A menudo hablamos de cuidado y educación integral para los niños y de la crianza integral del niño. Sin embargo, existe un enfoque principal en el desarrollo físico e intelectual. Volvamos a enfocarnos en el crecimiento emocional y espiritual. 

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¿Cómo nos aseguramos de que nuestros hijos prosperen emocional y espiritualmente?

- En primer lugar debemos asegurarnos de que estamos equilibrados emocional y espiritualmente. No se puede verter de una taza vacía. Si el adulto está estresado y no se siente seguro y apoyado en su papel de educador, influirá directamente en quienes lo rodean. 

El cuidado personal es extremadamente importante. Prácticas como la respiración, la meditación, la relajación progresiva, la conexión a tierra, la atención plena y el yoga son prácticas valiosas que pueden ayudarnos a mantener la calma y la concentración. Asegurarse (cuando pueda) de dormir lo suficiente y tomarse un tiempo para relajarse y descansar lo ayudará a mantener su paz interior.

- Cree y mantenga una atmósfera relajante. Tómate un momento para detenerte y mirar a tu alrededor. ¿Están tranquilos los alrededores? ¿Qué puedes ver y oír? ¿Cómo te hace sentir tu espacio? La sobrecarga sensorial puede ser la causa de muchos problemas. 

Los niños son extremadamente receptivos a su entorno. Si el ambiente es tranquilo y relajado, ayudará a los que están dentro de él a estar tranquilos y relajados también. Elija combinaciones de colores y elementos que calmen su alma; plantas, velas, recursos naturales y música tranquila o sonidos de la naturaleza.

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- Aprender a soltar y confiar en el niño. Como dijo María Montesorri “nunca ayudes a un niño con una tarea en la que siente que puede tener éxito”. Los niños tienen confianza y son capaces, debemos aprender cuándo retroceder y darles la oportunidad de dominar sus propias habilidades. 

- Cada niño es diferente y es nuestra responsabilidad detenernos, estar presentes y conectarnos. 

Debemos comprender, aceptar y cuidar a cada niño de la manera que mejor se adapte a ellos, sintonizándonos conscientemente con las necesidades de cada niño. Al estar presente y escuchar de verdad, el niño aprenderá que usted siempre estará ahí para apoyarlo. 

- Dar a los niños espacio para ser ellos mismos y permitirles la libertad de elección. Muéstrales que son aceptados y amados. Ayude al niño a ver que cada persona es perfecta exactamente como es. Todos tenemos similitudes, así como diferencias y son estas diferencias las que nos hacen maravillosamente únicos. 

- Enséñeles a sintonizar con sus sentimientos y emociones. Es importante que los niños aprendan a reconocer cómo se sienten, reconocer esos sentimientos y luego responder a ellos.

 Está bien sentir grandes emociones y no deben reprimirse. Cuando estén tristes, anímelos a llorar, discuta cómo liberar la ira de maneras saludables como la respiración, las actividades físicas y la creatividad, y fomente un diálogo abierto.

- Por último, sea un defensor del niño. Muestre a los niños que los apoyará y defenderá sus necesidades.

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